Saltar al contenido
abril 17, 2012 / Roberto Giaccaglia

Rip this joint

A pesar de que hace como cinco años que uso WordPress, recién ahora me doy cuenta de que la fecha de las entradas o posts no siempre coincide con la subida de los mismos. Mirá vos, qué nabo. Las dos últimas entradas de este diario dicen “abril 16”. Sí, las pelotas. La penúltima ¡antepenúltima! la subí media hora antes o así de que largara Lanata en la tele, o sea domingo, o sea antes de ayer, o sea 15, no 16. Por eso queda muy mal, para el lector atento, que diga allí, en la entrada sobre que está por largar Lanata, “16”, como si hubiera sido publicada después de que Lanata, efectivamente, largara. Pero es culpa mía, por supuesto. Debe de haber por ahí algún botoncito en el dashboard de WordPress que permita modificar esto, cosa de poner la publicación en orden al día/hora en que efectivamente lo hace el dueño del blog, conforme el lugar desde donde está publicando. Nunca le había prestado atención, y si no hubiera subido dos entradas seguiditas tampoco lo habría hecho. Voy a ver de arreglarlo. Ahí está, dice Zona horaria, en Ajustes, Generales. Qué cosa, si lo hubiera hecho antes estas entradas reflejarían la realidad, el día en el que fueron escritas y publicadas, algo que ocurre casi simultaneamente, desde que no me preocupo por los acentos. Bueno, ya está, lo pisado pasado, o lo pasado pisado, o algo. O no tanto, porque acabo de descubrir ahorita mesmo que también se puede modificar la fecha de los post ya publicados, con lo que podría mentir fácilmente -una- o bien arreglar el diario, según el día en que fueron subidas las entradas -dos. O sea que nada de pisar el pasado, o pasar el pisado, ya que todo aquí puede revertirse y lo ocurrido hace mucho acabar de ocurrir, o bien no ocurrir todavía. Supongamos, por jorobar nomás, que después de verter esta nueva entrada en este fantástico blog de puta madre subiera, por decir, la primera verdadera entrada de este blog, con lo cual pasaría a ser, momentaneamente al menos, ¡la última! Por supuesto, no significaría un carajo, sino un simple juego. Y me permitiría, ya que estamos, ver qué publiqué entonces, cuando largué esta increíble bitácora que tan bien le hace a la gente. Me voy a fijar: ahí está. Pensé que era una sobre el libro de Bermani, Leer y escribir, pero no: es sobre Coil. Me acuerdo de esta lejana primera entada: “Detrás del velo, más oscuridad”, un título brillante, y trataba como dije sobre la banda Coil, una cosa rara que se me daba por escuchar entonces y con la que había terminado medio fascinado, sobre todo porque en casa mi mujer y mi hija gritaban “¡Eso no es música!”, “¡Eso escuchalo cuando estés solo!”, y cosas así -en casa somos muy tolerantes con los gustos del otro-, que me permitían sentirme muy bien conmigo mismo. No recuerdo bien, por otro lado, qué puse en aquella primera nota/entrada/escrito/crítica, pero sí que cualquier cosa que haya escrito la escribí con cariño, como siempre, con una dedicación que ya estaba de más. ¿Cuántos lectores habré tenido por entonces? ¿Más o menos los mismos que just right now? Bueno, quién sabe. Lo cierto es que al menos por un tiempito fue emocionante saber que podía ocurrírseme algo y después publicarlo sin mayor trámite, a ver qué onda. Después la onda dejó de importarme. Cosas de la autosuficiencia. Aquella entrada sobre Coil es del 11 de noviembre de 2007, y según el relojito dice que la publiqué a las 23 y pico. Estuve ahora mismo a punto de cambiar esos datos, a ver qué efecto producía en mi ánimo, pero no. Incluso es probable que deje las entradas del diario tal cual, es decir en fechas que a veces no corresponden. O a lo mejor lo arregle después.