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noviembre 10, 2008 / Roberto Giaccaglia

De algo hay que vivir

noticias

“Artistas K: Canciones para la corona”, Nicolás Diana y Daniel Seifert, Noticias, Nº 1662, 1 de noviembre de  2008.
veintitres

“No todo tiene precio”, Roberto Caballero; “El arte de mentir”, Diego Rojas y Equipo de Sociedad, Veintitrés, Nº 540, 5 de noviembre de 2008.

En Argentina las discusiones alrededor del ámbito de la cultura son de poca monta y poco frecuentes, de los últimos tiempos recuerdo apenas una sobre un concurso literario arreglado (Piglia) y otra sobre un plagio en un concurso similar (Di Nucci). Nada demasiado importante. Dicen en realidad que la única garantía de que una novela premiada valga la pena es que el concurso esté arreglado —a las demás no las lee nadie y la crítica las desprecia—, así que no hay problema, es un sistema más o menos consolidado, sobre el que todo debate a esta altura carece de interés.
La discusión que se está dando ahora en nuestro ámbito cultural es de las mismas características, de poca monta, con el agregado de que es de vodevil, o de conventillo, porque más parece la pelea de dos señoras que se tienen bronca porque una le robó el novio a la otra o al menos se le insinuó (el novio o el poder, el novio o el dinero). Si esta nueva discusión tiene algún atractivo es el de que quizá sirva para ver con qué nos entretenemos nosotros los argentinos cuando no hay nada significativo que rescatar en este campo.

Antes que nada, hay que nombrar a los participantes centrales del asunto, para ver con quiénes estamos tratando. Son dos revistas de interés general, una contrera hasta la histeria (Noticias) y otra obsecuente hasta la estupidez (Veintitrés). La primera publicó el 1 de noviembre un artículo de tapa que habla del uso de artistas populares por parte del Gobierno argentino; la otra, cuatro días después, una nota que sirve de desagravio para los artistas implicados, rescatando su valor artístico, su entereza, su historia, el amor que el pueblo les tendría, etc.
De entrada, hay que ver que se pelean como chicos, porque ante el título de “El obsceno uso de los artistas populares” por parte de Noticias, un título estentóreo, excesivo, que podría llevar a una discusión que ni siquiera está presente dentro, Veintitrés replica parafraseando, como para que veamos quién es más vivo, “El obsceno ataque a los artistas populares”.
Compré las dos revistas, leí las notas principales y ahora se las voy a dar a mi hija para que tenga de dónde recortar cuando tenga que hacer esas tareas de plástica tan raras que le piden en la escuela. No creo que sirvan para otra cosa. Aunque ahora que lo pienso tanto este número de Noticias como el de Veintitrés pueden servir si en el futuro alguien de mi familia o algún conocido se interesa por la Comunicación Social y necesita ejemplos de mal periodismo, para no imitarlos.

La nota publicada en la revista Noticias es mal intencionada y oculta mucha información, como para que lo poco ofrecido cuadre dentro de lo que la revista intenta demostrar: que el Gobierno usa su caja para manejar artistas afines, de manera tal de ganarse la simpatía del público que sigue a estos artistas. La ecuación es fácil: si el respaldo del Gobierno por parte de dichos artistas es notorio, será más difícil que nosotros los mortales comunes salgamos a criticar al Gobierno. Es que los Kirchner han elegido bien, es toda gente buena la que pone sobre las tablas, impoluta, incuestionable: León Gieco, Adriana Varela, Teresa Parodi, Mercedes Sosa.
Por otro lado, el descargo operado desde la revista Veintitrés parece redactado por algún secretario de prensa oficialista, utiliza una prosa muy similar a la empleada por la Presidenta cada vez que le sale alguna crítica y hasta los mismos argumentos, que la derecha, que los oligarcas, que las clases pudientes, que el pasado que vuelve, que los grupos de poder, etc.

Todo empezó después de que algún trasnochado publicara en su blog facturas de estos artistas por los servicios prestados al Gobierno, facturas donde aparecen los montos que cobraron para llegarse hasta la Expo Zaragoza 2008 y brindar cada uno un concierto en representación del cancionero argentino. La revista Noticias dijo “Esta es la mía” y se agarró de esas fotocopias escaneadas para perogrullar un poco sobre lo “obsceno” que es nuestro Gobierno en cuanto al gasto del dinero público se refiere y cuán tontos son nuestros artistas, que, engañados, sucumben ante el dinero ofrecido.

La Exposición Internacional de Zaragoza (España) fue una exposición internacional que se celebró entre el 14 de junio y el 14 de septiembre de este año, su eje temático fue “Agua y desarrollo sostenible” y además se conmemoró el bicentenario de Los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica y el centenario de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Participaron 108 países, durante los tres meses que duró la expo la visitaron unas siete millones de personas y no sólo sirvió para hablar de agua, historia y desarrollo sustentable, sino que también tuvo como atractivo un amplio programa de espectáculos diseñado para cada uno de los días que duró el evento. O sea, aparte de haber sido un acontecimiento relevante, también fue una fiesta, una fiesta que sirvió para que cada país invitado se presentara ante el mundo. A la revista Noticias esto se le escapó, o se le quiso escapar.
Es que de la magnitud del evento Noticias no dice nada, como tampoco explica cuántas personas deben intervenir para que un artista pueda llevar su espectáculo hasta allí, lo que sale trasladarse, hospedarse, etc. Lo que sí hizo la revista Noticias fue espantar a las buenas conciencias con cifras astronómicas, así que se limitó a mencionar los doscientos mil pesos y pico que cobró Gieco, los cien mil y pico que cobró Varela, los trescientos mil y pico que cobró Sosa, etc. Además, a Noticias se le “olvidó” hablar sobre el hecho de que todos estos nombres citados, desde Sosa para abajo, son de artistas importantes, con peso, que no pueden ir a tocar por el pancho y la Coca. Es decir, si el Gobierno los quiere llevar para dar una imagen de Argentina, al menos la imagen que el Gobierno cree que la Argentina tiene o tiene que tener, pues que se ponga.
Está tan mal encarada la información publicada por Noticias que se cae por sí sola. Hablan de “investigación” pero el trabajo parece la monografía de un alumno tonto que sacó sus datos de la web y ni siquiera se preocupó por redactarlos. Ante esta evidencia, Veintitrés podría haber hecho dos cosas: o bien callarse la boca y esperar que la vergüenza salpicara por sí sola a la publicación de Fontevecchia, o hacer un trabajo mejor que el de la competencia. Como no hizo ninguna de las dos cosas y se apuró en retrucar con virulencia, lo que consiguió es hacerle el caldo gordo al Gobierno, no “salvar” a los artistas, a quienes Noticias, después de todo, no trata de cómplices, sino de víctimas —no creo que sean ninguna de las dos cosas.
Pasemos pues a Veintitrés.
El editorial firmado por el director de la revista es vergonzoso. Empieza hablando de que en Argentina los poderosos nos hicieron pagar todas las crisis, olvidándose, por ejemplo, de la crisis del campo, en la que todavía estamos empantanados, pero seguramente esta crisis debe de ser por obra y gracia de algún anti-kirchnerista, por ejemplo Bush, que seguro es pro-campo (sector al cual Veintitrés castigó duro y parejo durante los días más álgidos del conflicto Agro-Gobierno). Y después sigue con una larga y poca ilustrativa exposición sobre el uso del miedo por parte de los poderosos, asunto que no viene a cuento en absoluto con el tema principal tratado y que más bien parece un intento por darle una pátina de seriedad a la nota, de seriedad o de calidad, vaya uno a saber. Luego se habla de los dueños del poder y del dinero, que estos son los que nos imponen una realidad vacía de convicciones donde gana el que tiene la fuerza y cosas así… Pero esos del poder y del dinero, ¿no son los Kirchner? ¿Hay alguno en Argentina que tenga más de las dos cosas que ellos? ¿Alguien más puede acaso imponer una realidad vacía donde gane la fuerza con la obstinación con que lo hacen ellos, que manejan hasta los números de la inflación, las cifras de los crímenes, el número de pobres en Argentina, etc., etc.?
Más adelante, ya lejos de este editorial miope y artero, llegamos a la nota principal, la nota de tapa, donde además de una carta de Mercedes Sosa, Adriana Varela y Teresa Parodi se reproduce una carta abierta —firmada por varias personalidades del arte y de la intelectualidad de Argentina— en apoyo a los artistas señalados en la revista Noticias como “comprados”. Dicha carta puede leerse en el sitio habilitado para tal efecto: desagravioaartistas.wordpress.com/
Si hay algo que debe reconocérsele a este Gobierno es la capacidad para que personalidades del arte y de la intelectualidad se agrupen para firmar cartas abiertas en su apoyo, sean estos artistas o intelectuales jóvenes o viejos, reconocidos o no tanto, importantes o irrelevantes. Con trayectoria o sin ella, ya es larga la lista de personalidades de la cultura y del espectáculo que han salido en rebaño para apoyar al Gobierno por una u otra causa, desde solicitadas, desde blogs en Internet y hasta desde universidades públicas. Todo foro o ámbito sirve para que en menos de lo que Kirchner canta se arme un desagravio en pro del Gobierno. Dicho sea de paso, para ganar tiempo, habría que ir poniendo para la próxima carta abierta el nombre de Horacio González, por las dudas el ensayista no pueda estar presente al momento de firmar.
Pero bueno, sigamos con la nota.
“Estupor. Desolación, indignación”, empieza Veintitrés, dando a entender que es descabellado cuestionar a artistas de la magnitud de Sosa, Gieco, etc., o sea artistas que hablando mal y pronto representan eso que se conoce como “vacas sagradas”, personalidades más allá del bien y del mal, que tuvieron sus logros en el pasado, sus conquistas, sus aportes y a quienes algún sector mediático les ha aplicado un barniz de intocabilidad, para siempre. Son referentes, ¿cómo cuestionar a un referente? Suspendamos el pensamiento, estamos ante nuestros ídolos. Criticar a cualquiera de estos tendría que ser posible, no un estupor. Si se mandaran alguna macana grave, digo, o si, por caso, presumieran de algo que no son, bien se los podría criticar, ¿por qué no? Quiero decir, si a alguien le interesara ahondar en alguna cuestión digna de ser cuestionada, ¿por qué no se podría?
Pero sigamos.
Veintitrés dice que Noticias involucra a los artistas en una trama de corrupción. Eso es falso, en ningún momento Noticias deja traslucir esa posibilidad. Lo que hace es decir que se les paga demasiado para que vayan a hacer propaganda, que es otra cosa. No es corrupto quien acepta un dinerillo para exponer las virtudes de alguna cosa, verbigracia: un Gobierno. Pero aquí hay que detenerse un poco. No está claro que estos artistas hayan ido a tocar a España para decir que el Gobierno de Cristina es una maravilla, quizá fueron para decir que su país es una maravilla, que es otra cosa. Si el Gobierno les pagó para ello, pues lo bien que hizo. No estuve viéndolos tocar en España y no creo que nadie de la revista Noticias haya estado presente tampoco. Digo, si la música de estos artistas lleva implícito algún mensaje pro-Kirchner eso debería haberse demostrado, ahí sí quizá podríamos hablar de que fueron a hacer propaganda. Pero lamentablemente Noticias no cubrió el evento. Yo, por mi parte, no creo que las canciones de ninguno de ellos sea per se algo comparable a una marcha cristinista, por ejemplo.
Pero cuando se quiere agredir por agredir, la razón se hace a un lado.
Ambas publicaciones exageraron de manera tal de causar un rechazo en la opinión pública, Noticias hacia el Gobierno, Veintitrés hacia la revista opositora. Por otro lado, y perdón por reiterarme, Noticias no habla mal de los artistas “cuestionados”. Yo creo que los presenta como víctimas, o sea como idiotas útiles. No sé si a los artistas les gustará esta categoría, pero es ciertamente menos enojosa que la de corruptos o mentirosos, cosa que Veintitrés le endilga a Noticias haber dicho y cosa que Noticias no dijo.

Aunque queda un tema por tratar. Bah, siempre queda. O dos. Uno es sobre el arte popular. Otro es sobre la forma en que un artista debe solventarse. Veamos si sale.
Un artista popular es justamente lo que ni la Noticias ni la Veintitrés saben qué es. Si lo supieran no llamarían a los artistas cuestionados en un caso y defendidos en el otro “populares”. Popular es Damas Gratis, Pibes Chorros, Yerba Brava. Sosa, comparada con ellos, es elite. Y está bien. Su arte no es para el que tiene hambre o carece de un trabajo digno o se perdió la escuela primaria. En sus letras, proclamas y entrevistas circulará su interés por esta clase social, los desposeídos, pero no son justamente los desposeídos quienes la escuchan o compran sus discos o van a sus recitales. Los desposeídos van a ver a Damas Gratis. O a La Mona, que los entiende más que ella, mucho más, y que por eso, justamente, les habla de otra cosa. Damas Gratis y La Mona saben de qué están hablando cuando hablan de pobreza y marginación, por eso, justamente, ni mencionan el tema. Eso es algo que ven cada vez que se suben a un escenario. Por eso sus canciones son placebos para escaparle momentáneamente a la cuestión. Opio cultural, quizá, como el fútbol o la religión, pero en algo hay que creer y con algo hay que divertirse. Lo demás suena a recurso sensiblero, darse diques, presentarse como incuestionable, salvarse moralmente. El arte de Sosa es refinado, exquisito, lo suyo no es relativo a las clases menos favorecidas, confunda Noticias lo que confunda o proclame Veintitrés lo que proclame, porque su música no es de fácil acceso para todos, no es sencilla ni dicharachera, y para disfrutarla hace falta tiempo, tranquilidad, contemplación y una especial dedicación, cosas que no suelen abundar en las clases a quienes supuestamente les canta Mercedes Sosa. Vaya uno a saber si esto importa, porque, total, si uno canta en el Salón Blanco de la Casa Rosada los pobres no se ven, ni los marginados.
Lo raro es que no sólo revistas simplificadoras como las citadas confundan una cosa con otra o escriban a las apuradas, sino que también lo hacen los que redactaron la carta abierta: Nosotros, miembros del campo cultural de la Argentina, vemos con preocupación la campaña periodística que pretende instalar la idea de que Mercedes Sosa, León Gieco, Teresa Parodi, Adriana Varela y Litto Nebbia, entre otros, todos ellos reconocidos exponentes de nuestra cultura popular, pueden ser “comprados” para brindar apoyo político a un gobierno. Tratar como popular algo que no lo es atenta contra lo mismo que se pretende defender, agravia a quien disfruta de lo verdaderamente popular, porque se está usando esa categoría para asuntos que nada tienen que ver. Sé que es de buena conciencia, pero de eso está pavimentado el infierno. Por otro lado, ya que estamos con la escueta carta, que sigue con la siguiente oración: Reivindicamos sus trayectorias y mediante esta carta abierta manifestamos nuestra solidaridad ante esas acusaciones agraviantes, hay que decir que no sólo que ni falta que hace esa misiva, que no es necesaria, sino que provoca un efecto raro, el mismo que provoca la revista Veintitrés, ya que, por rebote, no son los artistas cuestionados los más beneficiados por este apoyo, sino el Gobierno, que es, en última instancia, el que tuvo la idea de “utilizar” a los artistas ofendidos —en mi caso, si yo cobrara bien y saliera de paseo con los gastos pagos no me ofendería tanto, pero bueno… (Recién puse la palabra utilizar en comillas porque no me queda del todo claro que haya sido efectivamente así. Es que, repito, la Argentina tenía que presentarse en una exposición de determinadas características. Llevar a los Damas Gratis quizá hubiera sido simpático y hasta más barato, pero poco fino.)

En el fondo, a uno le gusta ser ingenuo, en parte porque es más fácil que ponerse a pensar. Nos gusta engañarnos, de esa manera salvamos a lo que más nos importa, nuestros ídolos, que es lo mismo que decir que nos salvamos a nosotros mismos, porque los usamos de referentes, como los rolingas que se sientan en el borde de una vereda a compartir una caja de vino entre cinco, cagadísimos de calor dentro de sus remeras negras apretadas, forzando su imaginación para que allí quepan sus “referentes” haciendo lo mismo que ellos, cuando en realidad en ese momento sus referentes están tirados en un yate con un coctel en la mano y una modelo al lado.
“Hay que pensar qué provoca que la sociedad pierda a sus referentes culturales”, dice un tal Di Nella en la columna de la Veintitrés, echándole la culpa a la Noticias del vacío al que somete a la sociedad con esto de desprestigiar a “sus cantantes populares”. Pero en realidad los referentes culturales se vacían ellos solos, sin ayuda de nadie. Basta con que abran la boca, o que acepten compartir un escenario con una señora que gasta más en una cartera que en otra cosa, que habla de “piquetes de la abundancia” mientras ella la junta en pala.
Pero está bien que el “referente cultural” elija a sus empleadores, como de alguna manera termina diciendo el tal Di Nella en la columna, el referente cultural está en todo su derecho, no hay por qué castigarlo cuando escoge una posición que no es la nuestra. De ahí en más es cuestión de sus seguidores si continuar por la senda que ellos marcan o no.

Aunque sea cierto que el fanático es un ser incondicional cuya adhesión a un “ídolo” lo hace adherir a cualquier causa que este “ídolo” persiga, sin que tolere cuestionamiento alguno, lo que termine haciendo dicho fanático es consecuencia sólo de su ignorancia. O sea, el ídolo es responsable por su propio comportamiento, pero no de lo que sus fanáticos terminen haciendo. Mercedes Sosa puede ir y cantarle a Cristina todo lo que quiera, pero si alguno de sus oyentes va y le vota dentro de unos años, no creo que sea culpa de la cantante.
Por otro lado, iba a decir algo acerca de la manera en que los artistas deben solventarse. No me parece mal que cobren lo que cobran por sus espectáculos, está bien, seguro que se lo merecen, y para la caja gubernamental debe de ser una bicoca. Además, habría que ver si estos artistas estuvieran en la miseria, más que nada Mercedes Sosa, qué diría Noticias del asunto. Ya me imagino: pondría al artista en la tapa con cara de preocupado y una bajada que rezara algo así como El Estado se olvida de sus ídolos, de sus creadores, de sus artistas, de sus próceres… algo parecido ya hicieron en su momento con Ernesto Sabato. Como dije, el artista, sea quien sea, tiene todo el derecho de elegir a su empleador. Charly García supo elegir a Menem y sus discos siguen sonando igual de bien, qué le vamos hacer nosotros los bienpensantes.
Y a propósito, vale la pena rescatar para la ocasión una canción del gran Charly, que viene a explicar mejor que yo, mejor que la Noticias y mejor que Veintitrés, que en realidad lo quiere ocultar, esto de que tarde o temprano, qué le va uno a hacer, el artista, popular o no, combativo o no, tiene que “trabajar” para vivir, como Charly mismo, claro. La canción se llama “Dos Cero Uno [Transas]” y está en su disco Clics modernos (1983):

El se cansó de hacer canciones de protesta
y se vendió a Fiorucci.
El se cansó de andar haciendo apuestas
y se puso a estudiar.
Un día se cortará el pelo
(no creo que pueda dejar de fumar).
Anda volado, hace un poco de base,
pero no le va mal.

No se alquiló un guardaespaldas negro,
no era Lennon ni Rucci.
Se preguntó por qué sus hijos
nunca lo invitaban al bar.
Un día volverá a las fuentes
(no creo que pueda dejar de protestar).
Anda ocupado, perdió algo de fama,
pero no le va mal.

Transas, transas…
Transas, transas…

Es difícil que el pobre flaco viva de sus discos. Está bien si ocupa una habitación del hotel de su amigo Alan Faena, que es menos rockero que Heidi y que apuesto a que usa Fiorucci o sus equivalentes, que no sabe quién fue Rucci o Lennon y que nunca hizo nada peligroso, ni siquiera saltar desde un balcón a una piscina o, por caso, intentar la revolución con un par de canciones. Pero no sé si esto es prostituirse, no sé si tiene algo que ver con la cuestión. El músico no vive de los aplausos de su público, tampoco de los discos que alguien sube a Internet, santificado sea, sino del dinero que cobra para presentarse en vivo. Ir en contra de semejante cosa o decir que el dinero usado en estos artistas podría usarse en comprar leche o levantar paredes en alguna escuela es simplificar la cuestión hasta el asco. Argentina necesita de gente como ellos para presentarse en eventos como el de España, le guste a quien le guste. No por ser empleados del régimen van a dejar de ser lo que son, ponga aquí el lector lo que se le antoje poner.

5 comentarios

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  1. Ricardo Dasa / Nov 10 2008 10:54 am

    Flaco, no entendés nada vos. Te pasás de cínico y terminás siendo un pelotudo gratuito. ¿Por qué no vas al psicólogo?

  2. Adriana / Nov 10 2008 4:52 pm

    Ah, ahora entiendo por qué la sección se llama «Siembra vientos». ¡Ya apareció una tempestad! O un lector pedorro…

  3. Ángel eléctrico / Nov 10 2008 11:15 pm

    «Pelotudo gratuito»
    Puestos a putear sería bueno algo más de creatividad.
    Además, lo de gratuito desentona bastante con los honorarios de estos músicos populares…
    Seriamente (o, mejor, cínicamente), coincido en el hecho de la credibilidad nula de las revistas (y medios «periodísticos» subyacentes) mencionadas.
    Los demás sería sólo arte.

  4. gonzalo toani / Nov 10 2008 11:56 pm

    no entiendo por qué se enojó tanto Dasa, siendo que el autor no demuestra estar ni de un lado ni del otro. Es muy fácil insultar por insultar, sin ningún fundamento. Pedile algún calmante a tu psicólogo Dasa.

  5. Santiago / Nov 12 2008 1:02 pm

    Ja pelotudo gratuito…Roberto, es un buen adjetivo …no?…encima de que uno es pelotudo de por si, faltaría que cobrasemos….si por pelotudez cobráramos, saldría en la tapas de Noticias junto a todos los que salen ahi…sería multimillonarios…

    En si la idea del arte gratuito es una idea que esta instalada en el imaginario (de los músicos incluso)…tipo Robin Hood, ahora…en cierto aspecto es una boludez…de que vivirían los músicos…del maná, de que????…muy distinto es el darsela de despojado y por atrás cobrar fangotes de guita…no es la plata el problema, es la actitud…simpre rescato la frase de mi amigo (ja ) Lennon…

    Periodista: Mr Lennon…¿si le fue tan mal en la escuela como cuenta la plata?

    Lennon: No la cuento, la peso…

    Maravilloso

    Y por último..en cierta forma..todos transamos…con algo

    Abrazo Santiago

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